jueves, 25 de octubre de 2012

Leguleyos, no pesados (Explico para todo aquel que no entendió)


Hola amigas y amigos,

Les es escribo otra vez contando sobre esta amargada experiencia que nadie merece vivir cuestión peculiar del examen de licenciatura, o “de grado”, de la carrera de derecho en Chile. La entrada de hoy es muy simple: consiste en contar de que mierda se trata el asunto aquel, en particular para quienes no están familiarizados con el sub-mundo que significa la preparación del mismo. Es decir, si su hijo, hija, amigo, amiga, polola, pololo, marido, mujer, peor e’ na’, incluso papá o mamá que estudia derecho, una vez que ha terminado TODOS sus putos ramos se comienza a comportar de modo extraño, acá le explicaremos el porqué de todas esas raras readecuaciones conductuales y físicas, tales como sonrisas de ogro, pérdida de cabello, aparición de un “tunguito” bajo tipo joroba en la espalda, compra abusiva de taponcitos para los oídos, consumo indiscriminado de pastillas (desde unas inocentes “vitaminas Dr. Simi”, pasando por los Mentix, hasta empaches de antidepresivos y píldoras de dormir), portazos injustificados dignos de la edad del pavo, ojeras, apuntes y fotocopias rayados a lo Super Taldo dispersos todos lados, cara de manfinfla de lunes a lunes, o en el caso particular de las jovencitas, el porqué su código civil está lleno de pegatinas de colores llamativos que le dan un aspecto de agenda Pascualina (esto es, de agenda de muchacha preadolecente, o de una mujer ya bien crecidita y huailoncita que pretende serlo) etc. etc. Además, si usted es incauto estudiante de primer año, o piensa estudiar derecho, le sugiero leer está columnilla.

El examen de licenciatura es un examen de mierda solemne en el que un egresado de derecho rinde en forma oral y teniendo de público a hueones sapos, familiares, y otros giles que están por rendirlo, que te miran con cara de enagenados pública, frente a una comisión de pelmazos amargados que saben muchas cosas que JAMÁS te van a salvar el pellejo en una catástrofe distinguidos profesores de derecho, los cuales interrogan al aspirante a licenciado sobre los contenidos de todos (repito con énfasis: TODOS) los cursos de derecho civil, derecho procesal, que son los dos ramos más largos en la carrera. Además, dependiendo de la facultad donde se rinda, se interroga todo o parte de algún otro ramo de la carrera.

La comisión de pelmazos profesores está integrada por un presidente, que es por regla general el profesor que más huele a gladiolo antiguo, o uno de los mandamases una autoridad de la facultad. Los demás profesores interrogan sobre los otros ramos, y un último lugar, encontramos a uno que no dice ni pío escribe la acta obrando como secretario, quien normalmente espera, algún día, ser igual de pelmazo que los demás interrogar estudiantes.

Las notas se colocan con pelotitas de colores, del tamaño de una canica grande de vidrio, llamadas balotas, las cuales son guardadas en un cajoncito de madera, que tiene una protuberancia en la parte superior donde pueden ser acomodadas. Éstas, una vez encima del cajoncito, por algún misterioso efecto visual, pueden ser vistas a bastantes metros de distancia una vez que el presidente las acomoda. Son nueve en total, siendo tres negras, tres blancas, y tres coloradas. Las negras son “votos de reprobación” (señal de que te fuiste a la B), y las coloradas son “votos de distinción” (señal de que algo sabes de derecho). Las notas son del 1 al 7 en relación a las combinaciones de balotas colocadas, dejándose siempre tres. Las combinaciones posibles se expresan en la siguiente tabla, acompañadas con el breve pensamiento que posiblemente tuvo el presidente al colocarlas sobre el cajoncito.

Tres negras
1 (Usted erraría hasta para darle un tiro al suelo. Dedíquese a otra cosa)
Dos negras y una blanca
2 (Usted lo ha hecho fatal. Me recuerda lo gil que puedo llegar a parecer en público)
Una negra y dos blancas
3 (No lo hizo bien… De repente casi que hace la gracia. Siga participando mientras pueda)
Tres blancas
4 (Sabe lo suficiente para no parecer un pelotudo)
Una colorada y dos blancas
5 (Nada mal, pero esa cara de gil no se la saca nadie)
Dos coloradas y una blanca
6 (Bien, te colocaría otra colorada, pero porque serás mejor que nosotros en el futuro no te la daremos).
Tres coloradas
7 (Sigue así y te unirás al club, podrás joderle la vida a otros egresados al igual que nosotros)

Sobre el ritual de las balotas, en su versión contemporánea, los profesores suelen no colocar las balotas blancas en las reprobaciones o en las distinciones que lo precisaren (notas 1 y 2, y notas 5 y 6 respectivamente), porque les da paja para simplificar la tarea.

Cabe señalar que el ambiente que se genera en la sala donde se rinde, que generalmente es la aula magna de la facultad en cuestión, es de mucha tensión. Inmerso en la solemnidad del salón, el pobre egresado o egresada se sienta frente a la comisión, todos detentando una mirada más o menos inquisidora. A su espalda, el público, que murmura cosas cada vez que el susodicho “mete las patas”. Es un momento bien tenso, donde se respeta una vestimenta formal, y donde hasta hoy, nunca jamás he visto a un varón darlo sin zapatos, traje, camisa y corbata.

Esto se torna aún más tenso si le sumamos que en la mayoría de las facultades de derecho sólo se puede rendir hasta tres veces. Es decir, si lo repruebas por tercera, no podrás titularte de esa facultad, y deberás salir de ella como un perro triste y abandonado en La Pirámide. No se siente bien estudiar con tanta presión, requiriendo quien se prepara para pasarlo, más o menos según mi experiencia personal, unos seis meses de aplicado estudio.

En fin, si usted no está dedicado a estudiar derecho, y no tiene idea del porqué una persona cercana que usted aprecia está desarrollando dependencia a pastillas recetadas por psiquiatras imprudentes, anda más nervioso o nerviosa que monja con atraso, y simplemente se la pasa leyendo y leyendo, la explicación ya está dada. Si usted está en primer año de derecho, o piensa estudiar derecho, vea un examen de grado y reconsidere sus decisiones vocacionales.

Otro día les escribo más.

Un abrazo.

martes, 23 de octubre de 2012

Ha nacido un blog (pa' variar)... Pero tiene una buena causa.


Hay de quienes se dicen que nacieron de un sueño… De otros, se dice, nacimos de una pesadilla. Por ahí que deseo ser “El Justiciero”, porque dicen que defendía a quienes nada tenían a cambio de un "combo" de comida rápida, o por el solo ministerio del amor al arte, del apostolado laico,  del amor al trabajo bien hecho, o quizá por simple tozudez… ¿Quién sabe?

Blogs nacen muchos todos los días, por montones, con la levedad del tiempo pasando cruel sobre nuestras vidas, y este es uno más. Pero cada nacimiento, por modesto y poco pretencioso que pudiese ser, tiene su pequeña belleza, su “gracia”, su “qué se yo” que lo distingue de otro nacimiento, como nos distinguimos entre nosotros por algo más que un rol único tributario diferente y ser seres entes demasiado endeudables para una casa comercial, pese a que vivimos en un mundo donde más que ser iguales, pareciera ser que nos desea volver idénticos. Entonces, les cuento, la pequeña cosa de este blog es contarle al mundo qué es el examen de grado de quien estudia derecho en Chile. Es contar la historia de que quienes lo pasamos mal con ello, que compartamos la experiencia como un grupo de gente hecha mierda en un grupo de autoayuda… Que relatemos retazos de ese examen que nos jode al menos unos meses de la vida, que nos aturde, nos vuelve socialmente torpes como topos en valium y nos obliga muchas veces a buscar como evasión al mismo estudio que deseamos evadir, la misma evasión que nos pone de vuelta una y otra vez sobre un libro aburrido, sobre un pasaje obscuro que el interprete vuelve claro, sobre referencias autorreferentes referidas a lo mismo: a lo que las leyes refieran.

El grado nos ha quitado cosas: nos aleja de nuestros sueños más superficiales, como clavarse al seco una piscola un día de semana. También a más de alguno/alguna le quitó a la novia/ novio, polola/pololo, amiga/amigo con ventaja, pareja recurrente para el sexo casual, peor es na’, etc… En fin, nos cercena esas pretensiones de relaciones afectivas que hacen que la vida sea más llevadera sacudiendo la nutria queriendo a otra persona que corresponda con cariño.

También nos da otras: dolores de cabeza, cefaleas, cajas y cajas de Supradyn/Gamalate/Simi-vitaminas, antidepresivos, pastillas para dormir, tapones de orejas para no escuchar lo felices que son los demás para concentrarse en  silencio, amigos que están igual o más jugados que uno, malos chistes jurídicos, pesadillas. Esas pesadillas de reprobación de una, dos, tres, o centenares de balotas negras… Pesadillas desde la que he nacido en mi afán justiciero.

Algunos ya pasaron ese mundo, dieron el examen, se sintieron campeones de un mundial de fútbol que jamás se jugó, rompieron las puertas del salón corriendo a abrazar a su gente, y pese a que el tiempo pasó leve y cruel no se olvidan de ello… Otros están en esa suerte de patíbulo, esperando su hora de pasar y reír y gritar, o volver a casa con esa cara desfigurada, inexpresable en palabras, a decirle a su gente que son un fracaso, mientras que ellos, dependiendo de si te apoyan no te apoyan o no te apoyan, te dirán con honestidad que de todos modos eres un campeón, o asentirán tu fracaso con ese mismo silencio que se hizo cuando te preguntaron la diferencia entre los derechos de la personalidad y los derechos fundamentales. Tiempo en silencio son esos meses, un pesado silencio.

Pero la idea de este blog es que se silencio sea llevadero, y de romperlo con algunas líneas libres. Porque claro, yo podré tener el estilo literario de Paulo Coelho un analfabeto voluntarioso, y errar comentarios tan imposibles de errar como errarle un tiro al suelo, pero la idea es hacer un banco del mutuo socorro, de compartir un chiste vivencial o una experiencia amena con quién esté en ese periodo y que necesite una mano amiga. La idea de este espacio virtual es hacer un pequeño refugio donde contemos lo perverso que es esto con un toque de humor, que escribamos sobre lo mal que lo pasamos o lo hemos pasado, para que lo aceptemos mejor, para de repente reírnos, para que nuestra gente comprenda porque rayamos más cuadernos que Super Taldo hacemos interminables resúmenes para estudiar, y quien sabe, acabar algún día con este método de evaluación humillante que hace que a muchos abogados se le arranquen los enanos al bosque, o las abogadas terminen convertidas en histéricas hueonas locas, o los abogados borrachos, topletineros y amargados.

No importa donde estudies, porque siempre habrá el comentario aquel que diga “…si tu facultad es más simple, preguntan menos cosas…”, o “…si tu grado fue/es/será más fácil porque estudias ahí, es papita pa’l loro…”. Este blog NO estará dedicado a fomentar orgullos institucionales (por los cuales, por experiencia personal, es muy fácil dejarse llevar) ni decir o juzgar quien es mejor. Muy lejos de eso, está dedicado a apoyar, con humildad, buena onda, y cariño, a quienes asumen ese desafío de vida académica, y se proponen pasarlo, contando con algo de humor como es esto. Al final de las cosas, todos se ponen nerviosos en esa silla de mierda, y por muy fácil que parezca cuestión, a la mitad más uno a lo menos se le aprieta un poco las tripas en esa situación.

Deseo ser “El Justiciero” porque estudié para la justicia, porque así también hay quienes estudian para el derecho y son abogados, y otros que estudian para las meras leyes y son leguleyos. Tratemos, al menos en un acto de libre imaginación recrear el mundo que nos rodea, y convertirlo en un lugar justo, en un refugio  para sobrellevar eterna cotidianidad del implacable pasar del tiempo en silencio. Les pido a todos quienes nos dedicamos a las leyes y al derecho nos volvamos un poco “Justicieros”. Hablemos sobre el tema ¿Qué podría salir mal? La invitación está hecha.

¡¡Saludos!!