Al principio, vez a tus
compañeros que ya se preparan para el examen aquel, con mayor o menor cara de hechos
mierda tensión, y les preguntas con inocencia “¿De dónde puedo estudiar?” (preguntó
el desinformado); “¿Está bueno el Meza Barros?” (preguntó el incauto); “¡Fotocopiaré
el Alessandri! Total, me lo estudio a fondo en unas pocas semanas (asevera el
iluso); “No po’ papá, si pa’ reales con el Kiverstein estai’, es cortito y
piola” (dijo el super iluso); “¡Usaré mis cuadernos!” (afirmó el estudiante nerd
que anotaba hasta los chistes que develaban la intimidad del profesor); Y las
separatas de Maturana… ¿No tienen un resumen? (preguntó el estudiante
utilitarista y algo flojito que tiene claro que esas separatas repiten, y
repiten, y requete-repiten mil veces dos mil veces y re-mil veces
las mismas cosas, mismas cosas, misas putas cosas…)… En fin, la primera
fase es buscar las fuentes de estudio menos humillantes.
Luego, una vez que se está ante
un gran cerro de fotocopias o libros (que si no los tienes que devolver a la
biblioteca, es porque en tu familia hay algún bonachón abogado que te los
prestó o regalo), se acomodan de forma que no tengan un aspecto
taaaaaaaaaaaaaan intimidante, y los comienzas a ver de lejos, de cerca, por
encima, por el lado, cigarro en mano, deslizando algún suspiro eterno de
lectura… Nada parece lograr que se vean más pequeños, excepto ponerse a leer y
estudiar para que el cerro baje. Si te compraste o imprimiste un código nuevo,
parece limpio. Es como un jardín del Edén donde nadie jamás se ha dado un
buen polvazo y fumado unos buenos caños hecho una cosita sexy (con
gritería incluida). Si, el ejemplo es pésimo, porque la literatura jurídica
es menos atractiva y osada que una toplera de kermesse colegial, pero que va: el texto está ahí limpito, puro,
esperando a ser devorado por ojos asustados con una reprobación, esperando a
ser rayado, y en el caso de las niñas, rellenado con pegatinas de colores y a
ser decorado por un arcoíris de destacadadores.
Los códigos están ahí, las
fotocopias están ahí, pero, pero, perooooo… PERO… ¡Mañana empiezo! Obvio que
mañana empiezo, si me tendré que mamar como seis meses encerrado y estudiando
como los giles, cagado de miedo, cagado de susto. Como seis meses en que
facebook con suerte será mi placebo para superar la vida social denegada, sin
cerveza, sin carretes, con el mínimo de vida familiar, etc., etc… Entonces, si
la vida es tan linda, un día más de cosas buenas no le hace daño a nadie, por
eso “mañana empiezo”.
Lamentablemente, el “mañana
empiezo” es el primer gran obstáculo en esta prueba de resistencia. Superar el “mañana
empiezo” es tener la voluntad de querer pasar este largo, frío, húmedo, lúgubre, tétrico y oscuro túnel
para salir corriendo a un patio (que puede ser muy bacán, o sin ningún brillo)
llamado “vida jurídica profesional”.
Superar el “mañana empiezo” es
complejo para quienes trabajan. El día-a-día los agobia, y llegar a casa a ponerse
a estudiar con empeño, pero arrastrando cansancio, es aún más complejo. Además,
a veces quien trabaja tiene una situación ciertamente cómoda que le permite
vivir, lo que le hace cuestionarse si realmente vale la pena empezar a estudiar
hoy.
Superar el “mañana empiezo”
también puede ser a causa de un incidente familiar a veces más trágico que Marco,
Remi, Oshin, Requiem para un sueño, y American History X juntas y al cubo que
las recrestas. Ejemplo: “…Mi madre enfermó
de cáncer, y no quiero que muera sin verme con el cartón en mano…”. Ese
tipo de presiones hacen que el “mañana empiezo” parezca sea una anécdota,
una cosa de gente pecho frío y cagona sin grandes motivaciones y
proyectos. Y de paso digo, a quienes salieron de un grado así, les doy un gran
aplauso y abrazo en señal de admiración.
En fin muchachos… Si ustedes
conocen alguien que esté estudiando pa’l grado, y no salga del “mañana empiezo”,
no tengan miedo en acosarlo a que estudie, aunque se gane un par de ofensas
baratas y sacadas de madre. Aparte, en momentos de mayor tensión y estrés del
estudiante, de seguro se llevará una peor. Si usted ya pasó por esto, puede
verlos retrospectivamente con algo de risa... Y si usted tiene que estudiar, y
aún no supera el “mañana empiezo”, póngase a estudiar perezoso de las re
mil, pajero, cagón, gil, penca, y la re grandísima que te parió, que hasta un container cargado hasta las manos de manfinfleros en valium le pone más ganas
que tú con entusiasmo, confiando que el mañana será mejor.
¡Hasta la próxima víctimas del examen de grado!
El Justiciero